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Un viaje en el tiempo: La evolución del urbanismo en Barcelona

Escrito el 01/05/17 · Tiempo de lectura: 5 minutos
Plan Cerda

A lo largo de la historia se ha experimentado una gran evolución del urbanismo en Barcelona. Los acontecimientos históricos y territoriales de la ciudad, espacio público, arquitectura, infraestructuras urbanas, parques y jardines han dictaminado el urbanismo de la urbe.

Uno de los mayores atractivos de Barcelona que suelen destacar los turistas cuando llegan a la ciudad, monumentos aparte, es el de las diferencias arquitectónicas entre unos barrios y otros que encuentran al pasear por sus calles. Esa sensación la hemos vivido todos alguna vez, al salir del casco antiguo y meternos en el Eixample, o bien al llegar a alguna de las villas históricas de la ciudad. Y es que en 22 siglos Barcelona ha ido creciendo y transformándose de acuerdo a los cánones del momento, haciendo de una visita a la ciudad un auténtico viaje en el tiempo.

El origen: Julia Augusta Faventia Paterna Barcino

Los primeros vestigios de lo que hoy es Barcelona se encuentran en el actual barrio Gótico. En plena expansión romana por las costas catalanas se produjo un asentamiento militar sobre las faldas del Monte Táber. El lugar se consideró estratégico para controlar el comercio interior y marítimo del Mediterráneo, que vivía una pugna constante entre romanos y cartagineses. Allí se constituyó la colonia Julia Augusta Faventia Paterna Barcino. Construida a la manera romana, Barcino tenía una forma octogonal, con dos calles principales, perpendiculares entre sí, que confluían en el Foro, centro neurálgico de la vida social.

Barcelona Romana

Plano de Barcino superpuesto al plano actual del Barrio Gótico (Wikipedia)

A su alrededor diversas calles rectilíneas configuraban el resto del estilo de la ciudad. Como se puede ver en el mapa adjunto, el Foro de la antigua Barcino se ubicaba junto al actual foro de la ciudad, la Plaza de Sant Jaume donde encontramos el Ayuntamiento y el Palau de la Generalitat. De esa época se conservan in situ las Columnas del Templo de Augusto, que hoy son el principal atractivo del Centre Excursionista de Catalunya. Otros restos arqueológicos de la Barcelona romana se encuentran en la plaza de la villa de Madrid y en el Museo de Historia de Barcelona.

Columnas Templo Augusta

Fotografía de las columnas del Templo de Augusto (Urbanisme Barcelona)

Pasan los siglos y el viejo castrum romano va perdiendo su razón de ser a medida que el Imperio se va desintegrando. Afortunadamente para la ciudad, su prosperidad gracias al comercio hace que experimente un crecimiento progresivo y constante que se alargará hasta el siglo XVIII. Es la Barcelona medieval, que se extiende por el norte hacia la zona de la Ribera gracias al Rec Comtal y por el sur hacia la Rambla y ya a partir del siglo XV a los arrabales. En este largo periodo surge el barrio judío, la catedral y la iglesia de Santa María del Mar. Se construye un puerto artificial con el que se consolida la fortaleza de la ciudad en el comercio marítimo y se expanden las murallas hasta confeccionar lo que hoy día conoceríamos como distrito de Ciutat Vella (Ravall, Gòtic i Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera y la Barceloneta). En esta época se configuró el actual casco antiguo, lleno de callejuelas estrechas y trazados laberínticos delimitados siempre por las murallas.

¡Abajo las murallas!

Siglo XIX. La fuerte limitación territorial de la ciudad (el mar por un lado y las murallas por el otro) hizo que Barcelona continuase creciendo hacia arriba, edificando plantas sobre pisos ya existentes. Faltaban espacio e infraestructuras y las condiciones de salubridad eran pésimas. En 1818 vivían en Barcelona 83.000 personas. En 1850 ya eran 187.000. La ciudad se colapsaba intramuros mientras que las afueras estaban llenas de campos desiertos. Ante esta situación fue creciendo un clamor popular que pedía a gritos derribar las murallas.

De ese movimiento acabaría surgiendo el llamado Plan Cerdá, que proyectó el Ensanche de Barcelona, un plan urbanístico de calles rectilíneas, paralelas y perpendiculares entre sí, formando unas cuadrículas tridimensionales llamadas manzanas. Con este proceso Barcelona se extiende hasta absorber antiguas villas independientes como Gracia, Horta, Sants o Sant Martí de Provençals. Barcelona se adapta al futuro y ensancha sus calles, habilitándolas para el uso de transportes públicos (tranvía, tren) o privado (carros y coches). Son los años de la fiebre Modernista gracias al mecenazgo de la burguesía catalana que encuentra en la nueva corriente arquitectónica una forma de satisfacer sus ansias de modernización y de manifestar, de forma discreta, su riqueza y su distinción. Un claro ejemplo de todo lo expuesto es, sin duda, la Casa Lleó i Morera, diseñada por Domènech i Montaner.

Planta Muralla medieval

Plano de la Barcelona actual, con el perímetro amurallado correspondiente al siglo xv superpuesto. (Wikipedia)

Llegamos ya al siglo XX y Barcelona comienza a convertirse en la ciudad que todos conocemos. Territorialmente alcanza su punto máximo y la tasa de población se dispara. Encontrados ya los límites naturales en Collserola y los ríos Besós y Llobregat, la ciudad continúa creciendo internamente con la consolidación del plan Cerdá.

Y así llegamos a la actualidad, en la que tenemos una ciudad milenaria que mira al futuro y que ha sabido conservar un pedacito de su historia en los diferentes barrios que la forman. Viajar en el tiempo, en Barcelona, es posible. Solo hace falta un plano de la ciudad.

Plan Cerda

Barcelona se abre al mar

La designación en 1986 de Barcelona como sede de los JJOO de 1992 provocó en la ciudad su penúltima gran transformación. Esta tuvo lugar en la montaña de Montjuic y, sobre todo, en el Poblenou. Se derribaron fábricas abandonadas, se acabó con el barraquismo y la ciudad se abrió al mar en la Villa Olímpica. Es esta una zona nueva de la ciudad, con amplias zonas verdes. A caballo entre el siglo XX y el XXI la ciudad no es solo un lugar donde se trabaja y se duerme, sino que ahora también se vive y se disfruta. Abundan los parques y los carriles bici. Y como extensión de la Barcelona Olímpica la zona norte de la ciudad culmina su última gran transformación a propósito del Fórum Universal de las Culturas de 2004. Se crea el 22@ y la zona residencial de Diagonal Mar, en la que prima la sostenibilidad de las edificaciones.

Barcelona

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