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Locales comerciales clásicos en Barcelona

Escrito el 12/09/19 · Tiempo de lectura: 4 minutos
Cereria Subira

Entre las múltiples joyas arquitectónicas que atesoran las calles de nuestra ciudad encontramos también locales comerciales clásicos en Barcelona, que siguen en activo y que han sabido reinventarse y adaptarse a los nuevos tiempos pero conservando el aspecto y la esencia exterior de la época en la que fueron fundados. Barrocos, neoclásicos, modernistas… son diversas las corrientes que podemos encontrar en sus fachadas, escaleras y vitrinas. Además de otorgar un plus de encanto a sus respectivos negocios, aportan un gran valor al patrimonio histórico y cultural de nuestra ciudad. Repasamos algunos de ellos.

Todavía en activo en la actualidad, tenemos ante nosotros a la cerería más antigua de todas las que existen en Barcelona. Fue fundada en 1761 en la calle dels Corders, en el casco antiguo. La reforma urbanística del barrio en 1908 para abrir la Vía Layetana obligó a derribar ese edificio, de manera que los dueños se vieron obligados a trasladarse a un edificio la Bajada de la Llibreteria construido y decorado en 1847 para albergar una tienda de tejidos llamada La Argentina. Ya como cerería, el negocio ha pasado por tres familias aunque siempre conservando el aspecto original del establecimiento, con una escalera de adarve doble, con dos estatuas femeninas que ejercían de soporte para dos lámparas de gas. Como esos detalles, todo el interior permanece intacto. Incluso se pudieron recuperar algunos colores originales del mobiliario y las paredes tras una restauración en 1982.

Antigua Casa Figueras

Local emblemático de las Ramblas por el que todos hemos pasado infinidad de ocasiones pero en el que ni siquiera nos detenemos. La llamada como Antigua Casa Figueras era un comercio de pastas alimenticias ya existente en otra ubicación y que llegó al bulevar barcelonés en 1846. En 1902 Jaume Figueras encargó la reforma del local al maestro Antoni Ros, quien contó con un equipo de artistas, escultores, vidrieros y artistas del mosaico para decorar la fachada. Vidrieras, trabajo de forja, pinturas y ornamentación escultórica son algunos de los trabajos realizados en este icónico inmueble de la Rambla de les Flors 83. En 1906, el célebre pastelero Antoni Escribá se hizo con el local para continuar el negocio familiar con una nueva tienda que regentarían su hijo y su nuera. Si todavía hoy podemos disfrutar de todo esa riqueza arquitectónica se debe a la apuesta de la familia Escribà por mantener el recuerdo de los anteriores propietarios. Hablar en la actualidad de la antigua Casa Figueras es hacerlo de las múltiples tentaciones que podemos disfrutar en su interior: bombones, pasteles, pastas…Productos que hacen de la visita a este local una gran experiencia, por dentro y por fuera.

Antigua Casa Figueras

El Café de la Ópera

Histórico edificio que forma parte de la exclusiva Asociación de cafés históricos europeos. Es de los negocios más antiguos de Barcelona, ya que data finales del siglo XVIII, cuando funcionaba como tasca-hostal. La inauguración en 1837 del Gran Teatro del Liceo hizo que el negocio modificase su actividad, convirtiéndose en una chocolatería de estilo vienés, con paredes de madera y cristales y pinturas de corte clásico que hicieron de este lugar uno de los más glamurosos de Barcelona, así como local de reunión de aristócratas y burgueses antes de asistir a la función. Pintores, escritores, músicos y artistas en general han sido clientela habitual de este negocio que fue visitado hasta por el Rey Alfonso XIII. Muestra de ello son los tres libros de firmas que atesoran en el local.

Tras diferentes usos, siempre dentro del sector restauración, en 1928 se reformaba el local, dándole un aire modernista con toques neoclásicos, entre los que destacan la puerta principal con marco de madera tallada, así como paneles pintados sobre tela y espejos con laboriosos dibujos. Fue entonces cuando se rebautizó como Cafè de l'Òpera, sin que haya cesado su actividad hasta nuestros días, ni siquiera durante la Guerra Civil.

Cafe Opera

Restaurante Reñé

El número 362 de Consell de Cent alberga el restaurante Reñé, un bistró de ambientación modernista y cocina catalana que se separa de todos los restaurantes de su alrededor, ya que ha mantenido el aspecto original del edificio, de 1982. Y es que antes de servir comidas, Reñé dio sus primeros pasos como confitería, pasando a ser una bombonería y pastelería hasta que cerró sus puertas en 1993. La tienda original fue diseñada por Enric Llardent que basó la decoración en dos materiales: mármol y caoba, utilizados en los zócalos y en los escaparates. Ya como restaurante, el local fue reformado por el interiorista Carlos Martínez, que supo conservar ese encanto modernista con la conservación de las vitrinas, el mármol de la barra principal y los adornos de yeso del interior. Detalles con los que ha dotado al nuevo negocio de una apariencia de bistró francés.

Els Quatre Gats

No es el más antiguo pero quizás sí sea el local más mítico de la ciudad. Ha quedado en el imaginario colectivo como el bar bohemio por excelencia. Tiene una mística que enamoró al mismísimo Woody Allen, que lo incluyó como escenario de la película Vicky, Cristina, Barcelona. El local se inauguró en 1897 como taberna con comida barata y música de piano. Ramón Casas y Santiago Rusiñol contribuyeron económicamente a su apertura. Además de ellos, Rubén Darío, Isaac Albéniz, Enric Granados, Gaudí o Picasso frecuentaron unas tertulias en las que según el fundador del local, Pere Romeu, “se arreglaba el mundo” y que eran “alimento para el espíritu”. El local cerró en 1903 y volvió a reabrir sus puertas a final de la década de los 70, cuando tres empresarios gastronómicos decidieron relanzar un lugar mítico de la cultura barcelonesa.

Els Quatre Gats

Como estos, muchos otros locales todavía en activo conservan en sus techos, escaparates y fachadas la belleza de lo auténtico, dando un plus de encanto al negocio en particular a la vez que un increíble valor histórico a la ciudad. Solo es cuestión de salir a la calle y saber mirar.