Oscar García Ortega (@oscar_bcn): “Quiero que mis fotografías le den un valor a la ciudad, que se conozca la belleza de Barcelona”
En el año 2010, el empresario y programador estadounidense Kevin Systrom junto al ingeniero brasileño Mike Krieger, pusieron en marcha un proyecto de fotografía para móvil al que llamaron Instagram. Desde entonces, la red social no ha parado de crecer y sumar millones de usuarios que día a día muestran al mundo sus habilidades fotográficas. Sin embargo, sin ser una red profesional, en ella han logrado destacar unos pocos usuarios, verdaderos virtuosos de la imagen, que comparten en sus perfiles sus creaciones para el deleite de todos.
Más allá del número de seguidores, si hablamos de calidad y belleza, la cuenta de @oscar_bcn es una de las que sobresale entre la multitud. Un cuidado perfil en el que uno puede engancharse fácilmente observando una mirada distinta y sutil de Barcelona. Y es que Oscar García Ortega es un fotógrafo creativo, perfeccionista y con un estilo muy personal que sorprende por su frescura y exquisita ejecución. Las suyas son imágenes que desprenden una belleza inusitada que traslada directamente al observador al lugar desde el que fueron tomadas. Porque Oscar es un mago de la perspectiva y el encuadre, un erudito del color y, sobre todo, una persona de corazón limpio, generosa y con predisposición a ayudar, que impregna de su esencia cada fotografía.
Nació en Santiago de Chile, aunque fueron las costas del Mar de Plata, al sudeste de la provincia de Buenos Aires, las que realmente le vieron crecer junto a su familia y despertaron en él su pasión por la fotografía. Años después, Barcelona se convirtió en su hogar y en el escenario perfecto que le brinda cada día la oportunidad de encontrar la inspiración y dar rienda suelta a su creatividad.
Desde hace 15 años trabaja como responsable del departamento de Preproducción de una de las editoriales de enseñanza de idiomas más importante de lengua hispana, donde se encarga junto a su equipo de que todos los manuales de estudio publicados queden perfectamente impresos. Y en ocasiones, también desarrolla la parte creativa de dirección de arte de algunos proyectos y la realización de reportajes fotográficos que ilustran las diversas lecciones que contienen los libros.
Para Oscar la fotografía es “lo que más me llena, lo que más satisfacciones me da porque, aunque no vivo exclusivamente de la fotografía, en mi vida hay muchas cosas relacionadas con ella. Me ha permitido viajar, conocer gente, ganar concursos, es muy importante. La fotografía me permite desconectar, me hace sentirme libre y ser más creativo. Yo creo que todo el mundo debe tener una parte creativa, hagas lo que hagas, sea lo que sea a lo que te dediques, algo con lo que realmente te sientas tú, y eso yo lo cumplo con la fotografía”.
Contra todo pronóstico, la fotografía se presentó cara a cara en su vida de forma improvisada, sin que él lo esperara, pues cuando era niño soñaba con ser veterinario: “Acabé en Bellas Artes un poco por casualidad. Yo quería hacer veterinaria, así que estudiaba en una escuela agropecuaria donde estaba de lunes a viernes en el campo, levantándome muy temprano y acostándome muy tarde. Era un trabajo muy sacrificado en el que estuve 3 años. Pero me cansé y decidí irme a estudiar a la ciudad, tener unos estudios de media jornada y poder hacer otras cosas. Entonces me cambié de colegio y pude participar en un concurso de murales con grafitis que se organizaba. Lo gané e hice mi mural de 3x3 metros junto con un equipo de ayudantes. En ese momento, una de las coordinadoras del proyecto que era profesora de Bellas Artes, me invitó a ir a su escuela a ver cómo era todo aquello. Y aluciné. Me encantó y me quedé allí para estudiar diseño gráfico. Al principio combiné diseño y fotografía, pero al llegar a tercer año tuve que decantarme por una de las dos para poder compaginar estudios y trabajo. Mi tutor me recomendó escoger diseño gráfico por las opciones laborales más estables que ofrecía. Aunque yo nunca dejé de hacer fotografías, porque además se complementan. La fotografía es disparar, disparar, disparar, educar el ojo, y eso es lo que continué haciendo cada día”.
A pesar de no ser consciente en aquel momento de que ese era su verdadero destino profesional, Oscar atesora y mantiene vivo en su memoria el recuerdo del primer contacto que tuvo con una cámara de fotos: “mis padres siempre sacaban fotos cuando éramos pequeños, tenemos muchas fotografías de vacaciones, viajes etc. pero a los 15 años mi papá se compró una cámara y me dijo ‘esta la puedes usar tú’, no recuerdo la marca, ni el modelo, pero sí me acuerdo de que era una cámara rusa réflex con carrete. En aquel momento aluciné con la cámara porque pensé ‘yo puedo hacer fotos’. Y allí empecé, aunque por poco tiempo porque pronto mis padres decidieron regresar a Chile y yo me quedé en Argentina y, claro, se llevaron la cámara. Así que ahí perdí el contacto con la fotografía”.
Una separación meramente transitoria pues al empezar la carrera de Bellas Artes, pudo comprar su primera CANON, una máquina con la que comenzó a hacer fotografías y que avivó su más profunda pasión, de la que ya jamás se ha alejado.
La historia de cómo Oscar terminó viviendo y amando profundamente la ciudad Barcelona está repleta de coincidencias y sincronicidades que le dejaron claro que debía perseguir firmemente su propósito: “Yo vivía con mi familia en Argentina y cuando tenía 19 años mis padres decidieron regresar a Chile, nuestra ciudad natal, pero yo les dije que quería quedarme pues tenía un trabajo fijo, quería estudiar Bellas Artes y en Chile me iba a resultar más difícil hacerlo. Mis padres en ese momento me apoyaron y es algo que les agradeceré toda la vida. Se marcharon con el corazón en la boca porque dejaban a su hijo en otro país, pero apoyaron mi decisión. Por aquel entonces yo trabajaba en un hotel y con eso pagaba mis estudios y mi alquiler. Hice mucho esfuerzo y sacrificio durante todos esos años. De modo que a los 30 y pocos años, llegó un momento en el que vi que con el diseño gráfico me empezaban a salir trabajos y que participaba en concursos de fotografía y ganaba. Ese fue uno de esos momentos de la vida en los que te planteas qué quieres hacer realmente: ¿quería seguir con la vida que llevaba y poder tener mi casa, casarme etc. o aspiraba a otra cosa? Y me dije que nunca me iba a quedar con la espina. Hice tanto sacrificio para estudiar diseño gráfico y fotografía, a parte con muy buena nota, que pensé que no arriesgarme a probar era desperdiciar algo que había logrado con tanto esfuerzo y cariño.”
Una vez claro su objetivo, las situaciones comenzaron a darse de forma natural para que el fotógrafo se lanzara a cumplir su sueño: “Un profesor miembro del jurado de uno de los concursos bienales que había ganado, me dijo, ‘mira por el tipo de fotografía que tú haces podrías intentar ir a Europa que allí hay mucha más gente que vive del arte que en Sudamérica. Y vemos que tienes talento, que puedes hacer algo, tienes para empezar’. Y entonces comenzaron a darse muchas cosas para que pudiera marcharme: justo me acababa de separar de mi pareja; también descubrí que tenía un baúl antiguo que me habían regalado y que no sabía que era una antigüedad de la firma Louis Vuitton, entonces me puse en contacto con el museo de París y me lo compraron, por lo que obtuve ingresos extra; también dio la casualidad de que la empresa en la que trabajaba anunció que se privatizaba y dieron un retiro voluntario a toda la gente que se quiso apuntar. En ese momento pensé: yo me voy”.
Y así lo hizo. En 1999 se marchó de viaje por Europa, primero a París, pues siempre había soñado con ir a la ciudad de las artes y luego a Alemania. La última parada, y la definitiva, fue Barcelona:
“En ese viaje yo estaba en contacto con un profesor que me dijo que era muy amigo de America Sánchez, que era el top de diseño gráfico en Barcelona y me dijo que me podía contactar con él para presentarle mi porfolio y que él me ofrecería su visión de mi trabajo y me prestaría orientación. Al llegar a Barcelona me encantó su clima y todo me parecía bonito. Nunca olvidaré el día que quedé con un amigo que me tenía que mostrar dónde me iba a alojar y, sin saber dónde iba, al bajar del metro, a medida que subía por la calle noté como una presión detrás de mí y me di la vuelta y me encontré de frente con la Sagrada Familia y aluciné. Y de ahí ya un día fui a visitarla, otro día fui a La Pedrera, etc. Así llegué a Barcelona, y así me enamoré de ella y acabé viniéndome a vivir”.
El estilo de las fotografías de Oscar García Ortega ha ido variando a lo largo de los años y él mismo asegura que es un reflejo de las distintas etapas de su vida:
“Los primeros años, mientras estudiaba fotografía, mi pasión era la imagen en blanco y negro. Me encantaba la fotografía rusa. Me gustaba el contraste, las formas, la geometría, los acentos visuales, pero no con el color, sino con elementos de la fotografía en blanco y negro. Me encantaba la arquitectura y como en Argentina, en la ciudad en la que vivía no había mucha construcción moderna, cuando me escapaba a Buenos Aires aprovechaba para hacer perspectivas de los edificios.
Y añade:
“En mis inicios en la fotografía en blanco y negro tuve la oportunidad de trabajar con una conocida coreógrafa de danzas clásicas de la ciudad del Mar de Plata que me permitió fotografiar clases, ensayos y espectáculos, así como a los bailarines del American Ballet y la Juillard School de New York que venían a Argentina a dar clases. Esto me permitió profundizar más en la fotografía en blanco y negro, en el estudio del cuerpo humano y sobre todo en el movimiento de la danza. Recuerdo que ella fue muy exigente conmigo en cuanto a la selección de las fotografías y me enseñó que hay un momento exacto en el cual hay que fotografiar a una bailarín o bailarina y dependiendo del ángulo que tomes, la fotografía va a favorecer o no a ese bailarín. Este momento de mi vida fue muy importante para mi aprendizaje y muy gratificante”.
“Luego empecé a hacer más fotografía de reportaje en blanco y negro y en esta etapa fue cuando gané los dos concursos bienales y pensé, podría ponerme a investigar más el cuerpo humano, porque mis fotografías eran de desnudos etc. pero eso quedó en el intento porque ya me vine a Barcelona y empecé a trabajar muy enfocado al principio en diseño gráfico”. Y afirma: “Sin embargo, aunque nunca he dejado de fotografiar, con la llegada de las redes sociales con Flickr, Pinterest y sobre todo cuando apareció Instagram, volví de lleno a la fotografía. Y también esto se juntó con el cambio de analógico a digital que permitía hacer muchas fotografías, mostrarlas al momento y para mí eso lo cambió mucho todo”.
Sus imágenes muestran una mirada muy personal de todo aquello que fotografía: enfoques, ángulos y perspectivas innovadoras y diferentes que las convierten en únicas. Porque Oscar posee el don natural y poco frecuente, de ofrecer una mirada distinta de cualquier lugar que visita: “Muchas veces cuando hago fotografías y después en casa me pongo a mirarlas, mi pareja, por ejemplo, se sorprende porque ve que en las fotografías he captado cosas que él no ha visto. Y esto me pasa con frecuencia. O, por ejemplo, cuando participo es algún concurso y veo las diferentes fotografías tomadas del mismo lugar, a veces me doy cuenta de que hice algo diferente”.
¿El secreto? Probablemente la unión de ese talento personal con su naturaleza curiosa y perfeccionista: “Cuando voy a hacer una foto, y también en mi trabajo actual, quiero que todo salga perfecto, no tiene que haber error. Por eso antes de ir a tomar fotografías me gusta mucho investigar el lugar. Lo primero que hago es entrar en IG, investigo qué hay publicado de ese lugar a través de los hashtags y observo para no repetir una toma. Miro también en Google Maps dónde está localizado exactamente y qué hay a su alrededor, investigo qué es lo que voy a poder fotografiar, qué es lo que puedo llegar a ver. También miro información y la historia del lugar, o de sus arquitectos, etc. Y me planifico. Siempre lo preparo todo con antelación: miro la iluminación que habrá según la hora del día, por dónde va a caer la luz, consulto la previsión del tiempo. Y nunca publico fotografías al momento porque quiero verlo todo primero, tranquilamente.”
La post producción para Oscar también juega un papel importante: “Después de una sesión de fotos llega el momento “más duro” que es seleccionar con cuáles te quedas, editarlas… yo primero hago un repaso de todo y elimino las imágenes que no me gustan y me quedo con lo que me interesa. Y de ahí hago una segunda selección y entonces sí las edito y las voy agrupando por temáticas, pero las edito solo en control de calidad de luz, de color, edición de luz y sombra, etc.”.
Y es que para él la fotografía trasciende mucho más allá de una profesión o hobbie, se trata de una pasión vocacional que ha convertido en su modo de vida. Su mirada, audazmente entrenada a lo largo de los años, es capaz de detectar el enfoque perfecto en cualquier escenario y momento: “Mi mochila pesa un montón, pero yo cada día llevo la cámara y siempre encuentro algo. Salgo de casa, veo la luz y ya voy contento porque pienso que de camino puedo encontrar algo para fotografiar. Hay muchos lugares que tengo muy fotografiados, pero para mí la clave está en darle muchas vueltas a cada localización para buscar nuevos enfoques. Además, a mí me condiciona mucho el clima para las fotografías. Muchas veces la naturaleza me sorprende con las nubes, los cielos, un arcoíris… elementos que suceden en un momento concreto y que hacen que la imagen sea irrepetible”.
La suya es una sensibilidad tan afinada que incluso ha llegado a conocer a la perfección las distintas tonalidades y la paleta de colores que el cielo ofrece en cada estación: “Hay épocas del año que atardece de un color. Por ejemplo, de febrero a marzo es típico encontrar cielos rojos. Hay épocas en las que sí o sí, si hay un poco de nubes, seguramente van a haber unos cielos increíbles. Lo mismo que a finales de noviembre, que también te encuentras con cielos espectaculares. No sé si es debido al cambio de temperatura o de estación, pero es así”. Y añade “a mí me encantan las nubes, le dan una personalidad diferente a la foto”.
Más allá de la fotografía, Oscar también trabaja el formato vídeo a través del cual nos regala piezas sorprendentes, llenas de efectos y bañadas de esa mirada tan suya: “Últimamente me está gustando mucho hacer vídeo. Siempre fui de investigar el tema del vídeo porque en su momento cuando yo estudiaba fotografía me atraía mucho el tema de la dirección de fotografía de cine. El director de fotografía en una película está un poco jugando entre los dos formatos está haciendo el encuadre e investiga, va muy de la mano del director, entonces eso me gustaba mucho. Y es algo que siempre me quedó pendiente, pero que no he dejado de investigar. Por eso cuando yo voy a hacer una foto me gusta también hacer vídeo, y suelo ir con la cámara y el móvil. El 90% de mis vídeos están hechos con el móvil”.
Al preguntarle por Instagram, Oscar afirma que “actualmente para mi es una plataforma que me permite promocionar mi trabajo. Instagram permite dar a conocer fácilmente algo que antes quedaba muchas veces guardado en una caja y solo si tenías suerte podías mostrar en alguna exposición. Hoy en día Instagram te permite, además, llegar a lugares increíbles del mundo y poder interactuar con gente que te comenta desde cualquier país. Me encanta cuando me preguntan por mis fotografías o cuando alguien me dice “que bonito ese lugar, yo estuve allí, pero no lo vi”.
Y sobre las desventajas de la red social, nos habla de cierta desprotección en temas de copyright, pues “a veces hay personas que te roban fotografías, retocan algo y las publican como suyas”. Sin embargo, nos cuenta que “en ninguna de mis fotos publicadas está el 100% del negativo. Siempre dejo una parte guardada para mí, entonces ante cualquier peritaje o problema que haya yo tengo una foto que tiene más información de la que ellos están publicando”.
Recientemente, junto a Núñez i Navarro, ha iniciado un proyecto fotográfico que le permite captar vistas inéditas de Barcelona desde los edificios emblemáticos del Grupo: “Estoy muy feliz de poder acceder a lugares a los que no accede todo el mundo, pues eso me permite obtener vistas que mucha gente no conoce. Por ejemplo, las vistas desde el edificio Núñez i Navarro de Plaça Catalunya. Me pareció increíble poder fotografiar la plaza desde esa altura y perspectiva y con luz de día, tarde y noche. O el edificio de Junqueras, que es un edificio por el que paso cada día pues justo está al lado de mi trabajo y que, además, conocía porque en él se rodó el final de la película “Los últimos días”. Es un tipo de construcción que me alucina y poder acceder a su interior me pareció fascinante. O la Casa Lleó i Morera que es realmente increíble. Además, en estos lugares, siempre cuento con la ventaja de sorprenderme, por ser la primera vez que los visito”.
En este proyecto ha querido mantener intacta su mirada tan distinta y personal de Barcelona y, tal como nos cuenta, “intento enseñar una visión general de la ciudad, de sus contrastes. Me gusta que se vea que tenemos montaña, que tenemos mar, la gran diversidad de arquitectura. Y trabajo mucho con el teleobjetivo que es un plus, pues acceder a un lugar exclusivo con un teleobjetivo es la combinación perfecta. Porque con el teleobjetivo acortas distancias y entonces puedes lograr imágenes que no se ven habitualmente”.
Para Oscar, Barcelona es una ciudad llena de belleza, por eso afirma: “Me gusta mostrar una Barcelona que den ganas de visitar, de conocerla y hacerle fotos. Quiero que mis fotografías le den un valor a la ciudad, que se conozca la belleza de Barcelona. Por eso busco la parte estética en el encuadre y en la edición, aunque yo no soy de retocar prácticamente nada, tan solo saturar un poco los colores, pero no elimino elementos, por ejemplo”. “Además”, añade “me encanta fotografiar arquitectura. Y Barcelona es una ciudad muy rica en arquitectura. Tenemos aquí a los mejores arquitectos, tenemos arquitectura racionalista, modernista que es el hito en Barcelona… hay mucho material para fotografiar en la ciudad”.
Entre sus rincones preferidos de la ciudad se encuentran el Maremagnum, “porque me parece increíble que sea un lugar que se haya recuperado del mar, y me gusta mucho ver su transformación a través de fotografías antiguas”, también Passeig de Gràcia, toda la ruta modernista, “Barcelona está llena de belleza”.
Sin duda, Oscar García, como @oscar_bcn o en su día a día más personal, es un artista que vive y piensa por y para la fotografía, una pasión que disfruta de un modo honesto y comprometido. Un artista al que le resulta imposible quedarse con una sola de sus fotografías, pues cada una de ellas es una creación única ligada a un momento irrepetible y observarlas significa revivir ese preciso instante del tiempo, volver a saborear cada sensación y encender de nuevo su recuerdo en la mente. Y en el corazón.